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Capacitar a los ciudadanos: Un nuevo estudio llama a liberar el potencial de los tratados

Más allá del territorio, las políticas comunitarias de la Unión entre los distintos países es lo que hace que la Unión Europea tenga sentido son sus ciudadanos.500 millones de personas comparten algo que mejora directamente su día a día: una identidad europea.

A cuatro meses de las elecciones europeas de mayo, conviene recordar que la base de la formación de la identidad europea está presente en el Tratado de la Unión Europea, en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea y en la Carta de los Derechos Fundamentales. Es precisamente en el Tratado de la Unión Europea donde se introduce el concepto de ciudadanía europea.

La identidad europea no es un simple concepto abstracto que se reduce a una palabra vacía, sino que, basándose en los documentos anteriores, se concreta en una aplicación práctica que proporciona numerosos beneficios a las personas que la poseen.

Ser ciudadano europeo significa dar por hecho el derecho a disponer de una amplia cartera de servicios sociales, a recibir educación obligatoria y gratuita, a trabajar en condiciones justas y equitativas, a la libertad de pensamiento, conciencia y religión o a recibir tutela judicial efectiva, entre otros muchos derechos. Poseer la ciudadanía europea permite, a su vez, establecerse en cualquier Estado miembro de la UE, disfrutar de una amplia variedad de becas y programas universitarios, la libertad de circulación de un país a otro con sólo el documento nacional de identidad, tener protección consular en el territorio de un tercer país donde no esté representado el Estado miembro cuya nacionalidad posea o poder elegir a los representantes que tomarán las decisiones sobre el futuro de la UE.

Este último es precisamente uno de los derechos que más poder da a los ciudadanos para influir en las decisiones europeas que nos afectan. De hecho, el derecho al voto no es el único que nos permite ejercer esa influencia. El Tratado de Lisboa creó la iniciativa ciudadana europea, un instrumento con el que la UE otorga a sus ciudadanos el valioso poder de manifestar formalmente sus reivindicaciones de una forma sin precedentes y de garantizar que éstas se atiendan y se lleven a la práctica.

Esta amplia carta de derechos, junto con el creciente compromiso de las instituciones europeas para dar voz a las necesidades y peticiones de los ciudadanos, demuestran que la UE no es una simple unión de 28 países con algunos objetivos y estrategias comunes, sino que va mucho más allá. La UE es una entidad supranacional cuyo principal objetivo es mejorar la vida de sus ciudadanos. Este ha sido su objetivo desde su creación, y sigue siéndolo ahora. Desde la Declaración de Schuman, cuyo principal objetivo era lograr la paz entre los ciudadanos y las naciones europeas, hasta el Tratado de Lisboa, en el que se hace jurídicamente vinculante la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

Al amplio número de derechos nombrados en las líneas anteriores, hay que añadir todavía el gran potencial que tienen los Tratados y que aún está por ejercer. Así lo afirma el estudio del Servicio de Estudios del Parlamento Europeo «Liberar el potencial de los Tratados de la UE«, que señala una serie de bases jurídicas contenidas en los Tratados pero aún no desarrolladas. Algunos ejemplos son la creación de un procedimiento civil europeo acelerado para litigios comerciales, el establecimiento de un sistema paneuropeo de vigilancia de posibles terroristas y de una fuerza aduanera europea o la integración total del mercado energético de los Estados miembros de la UE.

Así, sin tener que pasar por el tedioso procedimiento de aprobación de nuevos tratados, los que están en vigor tienen ya un gran potencial, permitiendo iniciativas ambiciosas que pueden llevarse a cabo y beneficiar directamente a los ciudadanos europeos.

La importancia de los Tratados y la descripción del vademécum sobre los caminos que se pueden seguir para participar en las decisiones de la UE se explican en el libro de nuestro socio director, Emiliano Alonso, El lobby en la Unión Europea. Manual del buen uso de Bruselas (Madrid, 2016). Puede encontrar la última versión del libro (2016) aquí y, si tiene alguna pregunta al respecto, no dude en ponerse en contacto con nosotros en info@alonsoassociates.com o en el +32 (0) 2 230 70 42.

 

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